Siempre comienzo con una explicación aunque creo que en este caso no es necesario. Este también es un texto escrito hace algunos años. No está demasiado pulido pero me gusta que sea así porque tiene algo de la precipitación e impulsividad de lo que pretende expresar. En realidad no es más que un breve texto condensado sobre la justicia, el ojo por ojo o como frenar a aquel que no lo hará por si mismo. El mal puro merece probar su propia maldad. ¿No es así?

 

LA SESIÓN

 

Se humedeció los labios saboreando ya las deliciosa sesión que le esperaba. Se había desnudado y observaba su cuerpo delante del espejo. Caminó entonces hasta la joven que le esperaba ya preparada, completamente desnuda, lista para él. La chica ofrecía una imagen absolutamente subyugante atada y amordazada. Podía ver el terror en sus ojos y eso le excitaba. Pensó en que quizás podría quitarle la mordaza para poder oír sus gritos pero decidió que ya había tenido malas experiencias por confiarse y pensó que incluso amordazada oiría sus gemidos roncos, mientras el se deleitaba con su cuerpo, poco a poco sin prisas, saboreando cada instante.

Cogió uno de los afilados bisturíes y se acercó lentamente a la muchacha. Sus pezones brillaban rodeados por las ligaduras que mantenían sujetos sus exuberantes pechos. Los contempló detenidamente, recreándose en los detalles. Puso el bisturí en contacto con la aureola del pezón e hizo un limpio corte. Oyó el gemido sordo de la muchacha, pero inmediatamente sintió un dolor en su propio pecho, alrededor de su propio pezón. Vio como la sangre corría por el pecho de la joven y observo su propio pecho pero estaba intacto, aunque un dolor sordo y lacerante palpitaba en él.

No quiso pensar más en eso y deslizó suavemente el bisturí sin hacer presión, acariciando la piel a lo largo del cuerpo de la chica, hasta llegar a su pubis. Entonces practicó otra incisión desde el inicio del pubis hasta la misma vulva, creando un riachuelo rojo que descendía entre sus hermosas piernas. En ese mismo instante se dobló por la mitad y dejó caer el bisturí al suelo. Un dolor lacerante y palpitante se apoderó de su pubis llegando hasta la misma base de su pene. Miro esa zona mientras jadeaba intentando disminuir el dolor pero su pubis estaba intacto, al igual que su flácido pene. La piel seguía tersa y lisa sin marcas ni incisiones.

Sin poderse controlar se puso furioso, quería disfrutar de su sesión y no estaba siendo así. Se enfureció de tal manera que perdió el control y comenzó a golpear a la muchacha en la cara. Descargaba puñetazos mientras veía como su rostro se iba amoratando y oía sus gemidos desgarradores a través de la mordaza. Pero con cada golpe él mismo sentía un dolor insoportable, un impacto brutal en su propio rostro. No necesitó espejos para saber que su rostro seguiría limpio sin marcas mientras que el de la muchacha iba amoratándose y convirtiéndose en pulpa a medida que los golpes impactaban en ella.

La muchacha dejó de quejarse y él, preso de una rabia sin limite, rodeó su cuello con las manos dispuesto a acabar con esto de una vez. Esa sesión había sido un fracaso, no le había proporcionado ni siquiera una mísera erección, no había placer y eso era culpa de esa puta, era culpa suya y tendría que buscar otra mujer con la que jugar. Lo mejor era acabar con esta de una vez por todas.

Apretó su cuello cada vez con más fuerzas mientras sentía un ligero mareo, pero no cesó en su presa, continuó apretando de forma casi espasmódica mientras comenzaba a ver borroso, mientras notaba como se dejaba ir sabiendo que nunca podría parar. En ese momento en sus ojos vidriosos se formó la imagen de un rostro de mujer con unos ojos verdes que destilaban fuego e ira momentos antes de que se apagaran para siempre y fue entonces, en su último segundo de consciencia, cuando recordó las últimas palabras, a modo de maldición, que gritaba ahora en su memoria aquella salvaje mujer. “Tu serás tu próxima víctima.”