Título: Un niño prodigio
Autor: Irène Némirovsky
Edición: Alfaguara
Páginas: 100

Irène Némirovsky es una autora a la que conocí no hace mucho con su libro El baile y fue para mi una inmejorable toma de contacto con la autora. Me encantó su forma de escribir sencilla y a la vez dejando tan al descubierto el alma de los personajes.

Estaba decidida a leer más libros suyos, pero hasta ahora no se me había presentado la oportunidad. Ha sido precisamente con este libro que os comento ahora, con el que he podido volver a deslumbrarme con el talento de esta escritora.

Me entusiasma su fácil prosa, nada enrevesada, sin artificios, casi como haciendo constancia de una serie de hechos, como contando una historia tal cual es, pero consiguiendo emocionarnos y hacernos sentir la piel y el alma de sus personajes.

En el caso de Nèmirovsky si la historia es importante los personajes son la esencia vital que la mantiene viva.

En este caso tenemos un niño judío criado en la pobreza y frecuentando ambientes poco recomendables para su tierna vida. Desde los 10 años Ismael se mueve por los ambientes portuarios del Mar Negro, frecuentando tabernas y descubriendo su don para encontrar las palabras con las que entona sus cantos y que tocan el alma de aquellos que las escuchan.

Un ambiente nada recomendable el que rodea a Ismael al comienzo de la historia, pero sin embargo ese ambiente, esa vida es la que inspira su arte, la que le hace vivir.

Un hombre que le oye cantar le llevará ante la presencia de una rica dama, La Princesa, como la llamará a partir de ese momento Ismael. La dama caprichosa lo toma bajo su custodia para disfrutar de sus canciones, pero Ismael que ya tiene 13 años la adora, no sabe ver en ella el egoísmo, lo voluble de sus caprichos.

Ismael cae preso de unas fiebre cerebrales y el medico piensa que morirá, pero se recupera, aunque deberá seguir su convalecencia en el campo, sin la presencia de La Princesa, que tiene mejores cosas que hacer y caprichos nuevos que descubrir.

Ismael crece, intenta aprender más sobre otros poetas, sobre técnicas, y todo ello le lleva a su triste final, a la pérdida absoluta.

Es un libro breve pero increíble, la capacidad de Nèmirovsky de decir tanto, de resumir una vida, en tan pocas palabras es asombrosa. Me ha encantado particularmente la parte final, donde se ve la similitud de El Barin, antiguo amante de La Princesa, también antiguo juguete roto de la dama. La parte final la conversación entre Ismael y El Barin es de una belleza y una dureza esclarecedora.

Los padres de Ismael también son un punto clave, como esa manera de ver a sus hijos o de conducirse en la vida, puede ser parte de la dureza de una época pero no deja de ser una crítica feroz, pero una evidencia de que a veces alguien es conducido a la desgracia a base de pequeños empujoncitos.

Un libro de lectura fácil y mucho tiempo de asimilación de toda su profundidad. Una historia bella y triste, que recomiendo leer a todo el mundo.

La autora Irène Némirovsky, nació en 1903 en Kiev (Ucrania), en una familia judía de clase acomodada. Publicó su primera obra a los 24 años, a la cual le seguirían otras más. Sufrió el exilio a causa de su origen judío y de hecho, fue detenida por la policía francesa y deportada a Auschwitz, donde murió un mes después de su ingreso, era el año 1942.

Me mantengo en mi decisión de seguir descubriendo a esta maravillosa autora.

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